El abordaje del tema de las relaciones sociales e interpersonales en la tercera edad es acogido por mucha gente desde una perspectiva negativa. Siguiendo el modelo que la Teoría de la Desvinculación sostiene, las personas, se retiran de la sociedad por la ruptura de las relaciones sociales, por el cese de las funciones y por una reducción del compromiso con las normas y valores.
La vejez así planteada, puede percibirse como una pérdida, y esa ruptura en lo que respecta a las relaciones sociales, está determinada por la conjunción de una serie de factores tales como el alejamiento de las relaciones personales establecidas en el trabajo (con la pérdida del rol laboral), la carencia afectiva percibida en cuanto a la relación con los hijos(nido vacío), y la escasez en lo que se refiere a las relaciones con parientes y amigos que se van dejando por el camino como consecuencia de la distancia o la muerte. Así vista, la vejez, implica una transición negativa hacia la soledad y el desconcierto, de tal manera que para su adecuada adaptación las personas deberán reestructurar muchas de sus rutinas diarias y reorientar sus estructuras cognitivas y conductuales hacia patrones diferentes de comportamiento para una mejor integración y socialización en la etapa que están viviendo.
Haciendo referencia a la teoría de la desvinculación se parte de la idea de que la persona de avanzada edad desea ciertas formas de aislamiento social y al lograrlo se siente feliz y satisfecha.
Posteriormente Lehr, retomando esta misma teoría, hace referencia a la denominada Desvinculación Transitoria y señala que puede existir una alta satisfacción que vaya unida a escasos contactos sociales, lo cual aparece como una forma de reacción a determinadas situaciones de sobrecarga. Si una vez finalizada la adaptación del sujeto a la nueva situación se produce un buen ajuste, se puede observar una renovada vinculación social, por tanto,la cuestión de la desvinculación social sólo sería
temporal, no extendiéndose durante toda la vejez.
Desde nuestro punto de vista, aunque esta desadaptación tan sólo sea transitoria, incluso aunque incida más en los primeros momentos de la jubilación, existen ciertos problemas, como por ejemplo, los relacionados con la soledad, el sentirse solo/a, que son determinantes en la percepción que del nuevo período del ciclo vital tienen los ancianos.
Según un trabajo realizado por Sáez, Meléndez y Aleixandre (1995) al preguntar a la población anciana por aquellos problemas propios de su edad y percibidos como más relevantes, se encontró que la soledad era la variable por la que más directamente se sentían afectados (59%), seguido del rechazo familiar, que obtuvo un 33%. Estos datos implican la existencia de un problema desarrollado en la población anciana y que está sujeto a una serie de variables que este artículo pretende abordar, determinando a la par cómo según una serie de variables, se van produciendo una serie de cambios en la percepción que de las relaciones sociales e tienen.
Por ejemplo, lo que sí parece claro a través de los diferentes estudios, es que la desadaptación social afecta más intensamente a los hombres que a las mujeres, independientemente de que éstas sean trabajadoras regladas o no, dato posiblemente provocado por el segmento generacional que nos ocupa, dado que es en el hombre donde se operan los más altos índices de cambio al llegar el momento de la jubilación. También, existen diferencias en el tipo de apoyo social que uno y otro grupo demandan:
Mientras que los hombres manifiestan mayor necesidad de apoyo social, las mujeres se inclinan por un apoyo familiar más alto. En cualquier caso, tanto uno como otro son determinantes a la hora de mejorar la adaptación física y psicológica del sujeto en el nuevo período del ciclo vital, y por tanto, una base a la resolución de sus crisis evolutivas.
La calidad subjetiva del apoyo social, representa un indicador más claro de la satisfacción vital que la cantidad de apoyo social.
El apoyo de calidad es más eficaz en momentos de crisis que el de cantidad. Además la mayoría de las investigaciones han insistido en la importancia de la calidad por encima de la cantidad de apoyo. De todas formas, algunos investigadores han sugerido que, de la presencia de una red demasiado reducida, puede resultar una excesiva presión sobre las personas que proporcionan el apoyo. A este respecto, el efecto de un apoyo negativo es, por desgracia, claramente más fuerte (al menos estadísticamente hablando)
que el efecto del apoyo positivo.
La tendencia de las personas mayores a convertirse en más introvertidas viene dada por dos conjuntos de causas:
- una de ellas es, sencillamente, el estrés de los últimos años, siendo la introversión el resultado de la desesperación y de la depresión,
- otra es, primordialmente, la consecuencia del reconocimiento de la riqueza del mundo interior, y de la reducida necesidad de responder a las demandas sociales mediante el éxito y la participación.
La jubilación es un proceso continuo que pasa por una serie de seis etapas que nos pueden dar una idea sobre como se desarrollarán las relaciones sociales. Las etapas identificadas
son:
1. Prejubilación. Se caracteriza porque el individuo se orienta hacia sí mismo, hacia la idea de jubilarse.
Durante esta etapa se hipotetiza sobre cómo podrá ser la jubilación, fantaseando sobre el tema en algunas ocasiones.
2. Jubilación. Que puede conducir a tres tipos de vivencias alternativas: luna de miel, continuidad con las actividades de ocio planificadas o rutina y la de descanso.
- luna de miel: el sujeto intenta realizar todo lo que había deseado antes y no podía hacer. Es un período eufórico. No lo atraviesan todos,
- continuidad con las actividades de ocio planificadas o rutina: se continúa en contacto con actividades y grupos anteriores a la jubilación, variando únicamente el tiempo de dedicación, que ahora es mayor,
- descanso: algunas personas entran en esta fase a partir del momento de la jubilación. Se caracteriza por una reducción temporal de la actividad, de manera opuesta a la que se produce en la luna de miel.
3. Después de la fase jubilación, algunas personas pasan por una tercera fase de desencanto y depresión, que tiene lugar cuando el sujeto percibe que sus fantasías (agradables) sobre la jubilación no se producen.
4. Como continuación del desencanto o de las vivencias anteriores, se puede pasar por una etapa de reorientación en la cual se reevalúa la situación y se construyen percepciones realistas de la jubilación (ni todo es positivo, ni todo negativo).
5. En la quinta etapa, las personas desarrollan un estilo de vida rutinario que en muchos casos conduce a la satisfacción en tanto que indica que se ha logrado una estabilidad.
6. Por último, en la fase final, el rol de jubilado pierde relevancia en tanto que ya está plenamente asumido o es sustituido por otros roles (por ejemplo el de enfermo, o el de abuelo que colabora en casa, etc.).
Para concluir, debemos tener en cuenta que las relaciones sociales, en su forma, pueden ser una variable que cambia de manera significativa durante el período de la tercera edad. Estas variaciones notienen por qué ser radicales, en la medida que se producen sobre ejes que, de alguna manera, han estado presentes a lo largo de la vida, y ello, con las consabidas adaptaciones a cada periodo vital concreto.
Lau Mendoza