Ojalá algo así pasara en nuestro país!! y es que en México son pocos los artistas que le han dedicado tiempo, y sobre todo un grato tiempo a nuestros adultos mayores, chequen ésta nota, aunqu estaría mejor que lo leyeran algunos artistas!
Toronto, 9 de septiembre. El primer día del festival no ha empezado a todo vapor como ocurría en años anteriores, al menos en lo que a funciones de prensa e industria se refiere. Quizás la costumbre de echar varios títulos fuertes el primer jueves resultaba contraproducente dado que el grueso de los acreditados acostumbra llegar a partir del fin de semana.
Toronto, 9 de septiembre. El primer día del festival no ha empezado a todo vapor como ocurría en años anteriores, al menos en lo que a funciones de prensa e industria se refiere. Quizás la costumbre de echar varios títulos fuertes el primer jueves resultaba contraproducente dado que el grueso de los acreditados acostumbra llegar a partir del fin de semana.
No obstante, la muy azarosa programación de dichas funciones permitió ver The Love We Make (El amor que hacemos), documental de Albert Maysles y Bradley Kaplan, sobre cómo Paul McCartney, con un poco de ayuda de sus amigos, se dispuso a organizar un concierto de beneficencia en favor de los bomberos y la policía de Nueva York, un mes después de los ataques terroristas del llamado 9/11.
El realizador que ha manifestado otra forma más extrema de nostalgia es el iraní Amir Naderi, quien ha hecho Cut (Corte) totalmente en Japón para contar el sacrificio de Shuji (Hidetoshi Nishijima), cineasta incipiente, militante del cine clásico, que organiza un cineclub en la azotea de su edificio, visita las tumbas de los tres grandes –Kurosawa, Mizoguchi y Ozu– y proclama con un megáfono que
“el cine debe volver a ser una mezcla de arte y entretenimiento, y no ser una mierda como la que se vende en los múltiplex”. Por deudas de un hermano asesinado, el hombre se ve obligado a pagar una fortuna a un yakuza. Y en un martirologio para su causa, decide alquilarse como un punching bag humano.
Esa especie de manda a punta de madrazos le servirá a Shuji para rendirse de lleno a su cinefilia. Naderi es tan apasionado como su protagonista en apostar por una revisión y revaloración de lo clásico por lo que son constantes las escenas de títulos reverenciados por el director: Kwaidan, de Kobayasji; Más corazón que odio, de Ford, Mouchette, de Bresson; Sherlock Jr., de Keaton; La strada, de Fellini, y, claro, El ciudadano Kane, de Welles. Uno participa del entusiasmo –y la edad, tal vez– del cineasta con el pensamiento casi instintivo que dice:
“Ahhh, eso sí era cine”.
raga
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